"Hacer lo que te gusta es libertad, que te guste lo que haces es felicidad."
Me voy a Monterrey, México, con Operation
Smile. Es una ONG con sede en los Estados Unidos que se dedica principalmente a
organizar comisiones quirúrgicas de corrección de labio leporino y paladar
hendido en más de veinte países del mundo.
Normalmente son proyectos formados por un
equipo de cirujanos plásticos, anestesiólogos, pediatras, enfermeras,
logopedas, odontólogos y voluntarios no médicos. Los grupos que forman las
misiones internacionales están formados muchas veces por más de 50 personas
procedentes de cualquier parte del mundo.
Durante mi último año de residencia en el
hospital Vall d’Hebrón tuve la suerte de que un adjunto me comentara la
existencia de esta asociación y me contagiara una parte del entusiasmo que él
mismo tenía cada vez que participaba en una de sus misiones, que no eran pocas.
Me comentó que existía un programa para residentes, los cuales participaban en
la actividad quirúrgica, aprendiendo y ayudando.
Así que, gracias a él, ya por entonces
pude participar en una misión internacional. Dio la casualidad de que también
fui a México, en esta ocasión a Guadalajara. Volví encantada, aprendí un montón
y me lo pasé en grande con la gente.
Cuando empecé a plantearme todo este tema
de la cooperación, en lo primero que pensé fue en esto. Un proyecto que me
gusta y un montón de países por descubrir. Así que espabilé y me puse rápido
con la acreditación necesaria para participar con ellos como anestesióloga.
Un día en verano me llamaron por
teléfono. - ¿Clara?. - Si soy yo. – Necesitamos anestesista para Monterrey en
Octubre, ¿te hace?... ¿Pues qué iba a contestar yo? Claro que sí!
Llega la fecha, 30 de Septiembre. Maleta,
aeropuerto y quince horas después ya estoy allí.
Estoy machacada, tantas horas de vuelo me
han dejado frita. Al llegar al hotel nos juntamos unos cuantos integrantes del
equipo con los que vamos a cenar algo rápido.
Todavía falta por llegar mucha gente, de hecho el proyecto no empieza
hasta pasado mañana. Los pocos que ya estamos o son organizadores o hemos
llegado antes por cuestiones logísticas de vuelos.
Me despierto con una buena “resaca del
jet lag”, menos mal que hasta la tarde no tengo que hacer nada especial. Paseo
un poco por los alrededores del hotel, ¡qué cosa más fea de barrio! Carreteras,
muchos coches y centros comerciales. Paisaje típico de las afueras de gran
ciudad. Me llama mucho la atención una cosa, todo está rodeado de montañas. Si
no fuera por el calor y el tipo de construcciones podrías decir que estás en
una ciudad alpina.
El centro de la ciudad está lejísimos, a
más de media hora en taxi, así que paso el día leyendo, descansando y mareando
la perdiz hasta las 7 de la tarde.
Es hora de la primera reunión del equipo,
presentaciones, los coordinadores nos explican como irá más o menos el
proyecto. Por primera vez en Operation Smile México trabajaremos en un hospital
privado. El centro cederá como acto de filantropía los quirófanos, las salas de
hospitalización y las dietas de los pacientes. Habrá muchos casos, es la primera
misión en la región.
En la sala de reuniones hay mucha gente,
alguna cara conocida, muchísimas desconocidas. Ahora hay que irse a dormir,
mañana nos espera un largo día.
Nos despertamos por la mañana con las
pilas ya recargadas, es el primer día de trabajo. Un autobús nos transporta a
todos al hospital a las 7 de la mañana.
Durante los dos primeros
días de la misión se hacen las valoraciones de los nenes, tendrán que pasar por
diferentes estaciones, primero datos y papeleo, valoración quirúrgica, pediatra
y anestesiólogos, después dentista y por último logopedia.
El primer día siempre
cuesta un poco arrancar, no conocemos el hospital, tenemos que organizarnos, y
deprisa! Entre hoy y mañana tenemos que valorar a todos los niños que han
venido, no hay tiempo que perder.
Esta es la primera misión que Operation Smile lleva a cabo en Monterrey, así que la afluencia de gente es bestial. Familias que han venido en burro, en camión, caminando. Muchos vienen de lejos, salieron hace días de su casa. Niños y no tan niños, gordos y flacos, cansados, mocosos... después de haber pasado toda la noche esperando en la puerta del hospital, bajo carpas, sentaditos en sillas de plástico, están encantados de poder estar allí. Se tendrán que armar de paciencia, ya que pasar por todas las etapas de valoración les puede suponer horas y horas de espera. Pero da igual, merece la pena.
Después de dos días
intensos de trabajo, los números no dejan de sorprendernos. Hemos visitado a
419 pacientes, todo un numerazo.
Nuestra sala de examen
Los pacientes esperando ser visitados en las diferentes etapas de evaluación
Ahora toca la parte más
difícil de todas. Hay que seleccionar. Solo se podrán operar unos 130
pacientes, no tenemos tiempo, personal ni espacio físico para más, así que
habrá que seleccionar bien. Primero las intervenciones primarias de labio y
paladar, y luego reintervenciones. Primero los niños y luego los adultos.
El sábado por la mañana
se convoca a todos los familiares en la puerta del hospital, y a grito pelado,
como si de una tómbola se tratara, se canta el veredicto. La coordinadora de
enfermería se encarga de decir en voz alta uno a uno los nombres de los
afortunados seleccionados que serán operados. El resto se volverán a casa... Es
emocionante, las madres lloran, unas de alegría y las otras de frustración, la próxima misión
quizá...
La coordinadora de
enfermería “cantando” los nombres de los pacientes
Una de las niñas
seleccionadas para cirugía
Y después de estos
momentos de alegría y pena entremezclada , los voluntarios nos vamos de excursión.
Hoy es el día libre y los organizadores nos han preparado una ruta turística de
todo el día por Monterrey y alrededores.
Vamos a visitar unas cuevas, comemos y por la tarde un
paseíto en barca por el barrio de Santa Lucía, donde han creado unos canales
artificiales a lo veneciano. Monterrey
es una de las ciudades más desarrolladas de México, se ve y se siente en el
ambiente. De hecho la consideran la ciudad con mejor calidad de vida del país. En
realidad bonita lo que se dice bonita, no es. Mejor diría “agradable”. Acabamos
nuestro día con una visita a La Fundidora, que es una antigua fábrica de acero
convertida en museo.
Las vistas desde la
entrada a las cuevas
El “Cerro de la
Silla”, icono de la ciudad de Monterrey
Tras pasar todo el
domingo preparando y organizando los quirófanos, por fin llega el día que todos
esperábamos. Hoy nos toca comenzar con las cirugías. Todos los pasos en la
misión son importantes, pero cuando el primer día entras en quirófano, la
primera mamá te da en brazos a su niño, en tu cabeza piensas: “ahora sí,
estamos aquí por algo”, y no puedes evitar ese punto de emoción un poco
ególatra en el que te sientes importante para la vida de esa familia.
Con los primeros
pacientes vas siempre un poco a trompicones, aun no nos aclaramos del todo, no
encontramos las cosas, tenemos que aprender a trabajar con la gente de nuestro
quirófano.
Los equipos que nos
proporciona el proyecto son circuitos abiertos, básicos pero suficientes.
Trabajamos sobretodo con gases, la medicación endovenosa es limitada, así que
hay que racionar desde el primer día.
Pese a las inclemencias
típicas del primer día, todo va saliendo bien, y de repente, casi sin darte
cuenta, resulta que son las 8 de la tarde y estoy despertando al último niño
del día.
Todo el mundo está
encantado, en la puerta del hospital solo se ven caras alegres, enfermeras,
cirujanos, anestesiólogos, voluntarios... caras cansadas, ojerosas pero
alegres. Ha ido genial, 30 niños operados. Por hoy solo nos queda brindar con
una cerveza bien fría e irnos a dormir. Nos quedan 4 días a este ritmo y muchos
niños por atender.
Equipo del
quirófano 5 el primer día de cirugías
Trabajando
Los días se van sucediendo,
un labio, otro paladar, una fístula, un retoque de cicatriz... Casos
especiales, y otros más convencionales. Hay varios casos de vía aérea difícil,
síndromes que en nuestro día a día hospitalario sería extremadamente raro ver,
y aquí te encuentras varios en un día! Sorprendente.
Manos concentradas
El antes y el
después
Niño con síndrome de Pierre-Robin
Después de operada
El cuarto día, cuando
todos estamos más confiados, ya con más de 15 intervenciones hechas en cada
quirófano, la pediatra avisa porque parece que hay un niño que no le da buena
espina. Se ha operado esta mañana de paladar hendido, en principio todo ha ido
rodado, pero el niño no para de llorar. Todos los niños lloran, y más en estas
circunstancias, pero parece que éste llora demasiado. Está pálido y renegón. Al
principio no nos mosquea, no hay sangrado aparente, está un poco pálido, pero
bien puede ser la luz del hospital que siempre nos hace tener peor aspecto. Pero
ante la insistencia de la pediatra, se decide hacer una revisión quirúrgica. Y
cual es nuestra sorpresa cuando al dormir al niño empieza a vomitar y vomitar
sangre. Sí sangraba, pero se lo había ido tragando todo.
Se complica bastante más
de lo esperado, y tenemos que pedir al hospital que nos cedan una cama de UCI
para poder dejarlo dormido toda la noche y controlarlo en condiciones.
Transfusión, unas horas de ventilación mecánica, vasoactivos y vigilancia.
Por suerte no va más
allá, y todos estos momentos de tensión y apuro se quedan en una simple
anécdota. Al día siguiente podemos despertar al niño, está mucho mejor y en
seguida lo llevaremos con su madre.
Y así, sin darnos ni
cuenta, nos hemos plantado en el último día de la misión. Así como fue
emocionante “dormir” al primer niño, también lo es “despertar” al último.
Cuando lo sacas del quirófano sientes como un pequeño vacío. Chocas las manos
con todo el equipo, te abrazas, palmadas en la espalda, saltas, te sientes un
poco como si hubieras marcado un gol. ¡Buen trabajo! Ya está. Se terminó.
Este mismo día nos invitan a la cena de despedida, agradecimientos, diplomas, despedidas y que corra el tequila! Es la última noche con el equipo, sabes que a muchos no los vas a volver a ver en la vida, y es una sensación extraña. Has vivido con ellos situaciones intensas, muchas alegrías, algún apuro, parece que a muchos de ellos los conozcas ya de toda la vida, cuando realmente no has pasado con ellos ni dos semanas.
Me dejo llevar esta noche, una margarita tras otra, todos salimos a bailar, estamos eufóricos, ebrios en la noche mejicana. Este país no deja de fascinarme. Volveré pronto, seguro.
Me dejo llevar esta noche, una margarita tras otra, todos salimos a bailar, estamos eufóricos, ebrios en la noche mejicana. Este país no deja de fascinarme. Volveré pronto, seguro.