martes, 14 de abril de 2015

El que busca, encuentra

"Muévete, y el camino aparecerá" (Proverbio Zen)

Un día me siento delante del ordenador, sedienta de ideas, me quiero ir, pero no sé dónde ¿África? Sería un buen plan. Busco nuevos proyectos de cooperación, cosas diferentes, nuevas ONGs, otra gente... Así pues, abro Google y escribo en el buscador: “cooperación médica África”. Aparecen mil entradas, voy abriendo una por una, y definitivamente hay una que llama mi atención; África Avanza, médicos solidarios con Cabo Verde. ¿Cabo Verde? ¿Exactamente, dónde está eso? No me lo pienso, les escribo un correo, “me gusta vuestro proyecto, ¿necesitáis anestesistas?”. A ver que dicen.
La respuesta no se hace esperar, el mismo día unas horas después recibo una llamada, es Iñaki, el presidente de la asociación. Parece que conectamos bien, me explica la política de la asociación y la esencia del proyecto, y me propone hacerme voluntaria, no lo dudo, adelante. Siempre me ha gustado guiarme por impulsos e intuiciones, y esto me da buen rollo. 
África Avanza es una ONG joven pero muy activa, de origen bilbaíno, tan solo lleva funcionando dos años y ya han realizado ocho desplazamientos, en todos los casos al mismo lugar; Hospital de Sal, Isla de Sal, Cabo Verde. Me pregunto como surgirán este tipo de asociaciones, y cuando Iñaki me lo explica lo veo claro y evidente. Como todos los grandes planes, un grupo de amigos alrededor de unas cervezas, una idea descabellada, mucha ilusión y muchas ganas. 

Me proponen participar como anestesióloga en el desplazamiento de febrero. Será un poco experimental, la primera vez que irá un traumatólogo y una médico de familia, confirmo asistencia. Ahora a preparar el viaje.

Es día seis de febrero, en Barcelona hace un frío que pela, ha nevado en la ciudad. Desde aquí embarco para Lisboa, y allí en el aeropuerto me encuentro con el resto del equipo. Somos pocos pero hacemos mucho ruido. Iñaki es el coordinador, Edurne la oftalmóloga, Javier el trauma, y su mujer Idurre es enfermera de quirófano, Esther la médico de familia y yo. Nos disponemos a pasar las doce horas de escala haciendo turismo por Lisboa.
Debe ser una especie de castigo divino, como nos vamos a tierras cálidas, nos toca aguantar todo el día un frío y un agua incesante. Al fin para la lluvia, cae la noche y nuestro avión despega con destino a la Isla de Sal.

Llegamos a nuestro destino tarde, es de noche, nada más bajar del avión ya se nota, el aire es cálido y huele a mar. 

Originalmente estas islas fueron descubiertas por los portugueses en el siglo XV, que las convirtieron en un centro de trata de esclavos. Estratégicamente situadas, fueron escala de navíos que cargaban esclavos hacia América, hasta la misma abolición de esta práctica a mediados del XIX.
La isla de Sal estuvo deshabitada hasta el mil ochocientos y poco, no había agua dulce, como su nombre indica, aquí todo era salado. Fue este mismo condimento lo que hizo florecer en ella la industria de explotación de las enormes minas de sal que poseía, y con esto llegó la población.
 
Antiguas salinas

Despertamos tarde a la mañana siguiente y nos regalamos un desayuno de elefante. Estamos alojados en un macro complejo hotelero, no sería mi elección para unas vacaciones pero los dueños de la cadena nos alojan como donación, y desde luego todo son comodidades.
Después de varias idas y venidas al bufet y con la panza bien llena nos vamos al hospital. Antes de trabajar hay que conocer el lugar, a su gente, revisar los equipamientos y comprobar que todo esté listo para empezar.


Nos recibe Carla, la directora del centro, en un portugués rápido pero más o menos comprensible, nos da la bienvenida y nos invita a conocer las instalaciones.
Cargada de orgullo, nos conduce a la sala de video-conferencias. De repente nos vemos trasladados a la Clínica Mayo de Nueva York, pantallas gigantes, ordenadores, cámaras de última generación, telemedicina de tecnología punta. Un lugar de contrastes. 
Pese a que el resto de instalaciones no siguen la línea de la super contemporánea sala de conferencias, me quedo gratamente sorprendida, es un hospital pequeño pero muy digno. En este lugar la carencia es más de personal sanitario que de instalaciones.
Hay dos quirófanos, son amplios y poco dotados, pero creo que nos arreglaremos. En uno el respirador no funciona, y en el otro sí. Este es en el que intervienen ellos generalmente. No  trabajan bajo anestesia general prácticamente nunca, se arreglan con una raqui y una fuente de oxígeno.
De la cuestión anestésica se encarga Miguel, cubano, tiene sesenta y pico años,  técnico de anestesia y “movedor del cotarro” del área quirúrgica. Un tipo peculiar, con un carisma caribeño indiscutible me explica más o menos todo lo que necesito saber. El resto lo dejaremos al azar y a la improvisación.
En un alarde de tenerlo todo bajo control me dedico a investigar todos los cajones y recovecos del área y a enchufar todos los aparatos. Por un momento cunde el pánico, el segundo respirador no se enciende. Utilizo todos los trucos que aprendí en casa cuando la tele no se encendía (desenchufarla y enchufarla, unos golpecitos cariñosos, soplar en las ranuras...),  y finalmente se oye el silbidito y se encienden todas las luces. Funciona, estamos salvados.

El día siguiente es domingo, como buen país católico apostólico es día festivo, el hospital solo abre para las emergencias, así que ni queriendo podemos trabajar. Aprovechando que hace un sol radiante nos vamos a pasear kilómetro tras kilómetro de playa hasta el pueblo de Santa María. El embarcadero está en plena ebullición, acaban de llegar los barcos cargados de peces y mariscos. Todo el mundo colabora, hay que limpiar el pescado, sacar escamas, vender el que se pueda y el que no salarlo rápidamente para que no se eche a perder, aquí poca gente tiene nevera.
Seguimos paseando hasta llegar a un chiringuito playero de revista, después de la caminata saboreamos una cerveza bien fría, de esas que entran solas y que te hacen sentir que eres actor del anuncio del verano de Estrella Damm.




Embarcadero de Santa María

Gimnasio caboverdiano

Tras un espléndido domingo recargador de pilas cogemos el primer día con muchas ganas. Javier pasa visita a los pacientes de la lista de traumatología que se había confeccionado antes de que llegáramos, Edurne se da cuenta de que el microscopio con el que contábamos para operar cataratas no es válido para esto. Esther se desespera en consultas por la barrera idiomática, con Idurre me encargo de intentar poner a punto los quirófanos, algunos aparatos funcionan, otros no... La energía con la que veníamos se esfuma poco a poco. Es lunes, nadie dijo que los inicios fueran fáciles. Cansados y algo desubicados volvemos al hotel, mañana será otro día y seguro todo rodará más fácil.



Valoración de pacientes

El martes día diez de febrero de 2015 podremos marcarlo en el calendario de la historia caboverdiana como el día en que se realizó la primera artroscopia de rodilla en la Isla de Sal. Estamos muy, pero que muy orgullosos.


Primera artroscopia en la Isla de Sal

Después de esto cogemos carrerilla, cirugía tras cirugía y consulta tras consulta,  la semana se va desarrollando. Nos encontramos con bastantes baches y tropezones, incluso alguna zancadilla, pero siempre nos arreglamos. Si no es con esparadrapo es rebuscando material olvidado en armarios polvorientos, si no se entiende el criollo, buscaremos algún cubano dispuesto a traducirnos, cuando la mesa de quirófano casi se nos desmonta en las manos con paciente incluido encima, echamos mano de la fuerza bruta y del trabajo en equipo, ¡todos a empujar!, si el respirador se apaga le damos a mano. Y si no, como dijo Iñaki, echamos unos capotes y de una forma u otra, todo sale.







Aprovechamos una de las tardes para visitar la asociación Cha de Matias. Es una especie de centro social para niños y adolescentes de la calle. Aquí les ayudan con los deberes de la escuela, les dan clases de baile, de capoeira, de idiomas... el trabajo de este gente es increíble. Con poquísimos medios hacen maravillas. Cuando llegamos está el grupo de los pequeños preparando el carnaval, bailando como locos siguiendo al profesor. Llevan el ritmo en las venas.

Revisión oftalmológica de los niños de Cha de Matias


Visita a la asociación

El viernes nos dedicamos a recoger todo el aparataje, recomponer las cajas para llevarlo todo de vuelta a Bilbao. Cuando todo está listo y las consultas terminan, nos vamos todos en equipo a brindar y a comer en condiciones, nos lo hemos ganado. Cuando nos disponemos a pedir la segunda cerveza, Iñaki recibe una llamada a su teléfono, hay una urgencia de trauma. Ale, ni cerveza, ni café, ni nada. Nos viene a buscar la carrinha (especie de minibús) del hospital, a desempacar de nuevo las cajas y a currar.  
El paciente en cuestión es un chaval que en vez de coger el cuchillo de cortar pan por el mango lo ha cogido por la hoja, lo que le ha supuesto unos profundos cortes en dos dedos con tendones seccionados incluidos. El chico, además de sus cortes, lleva unos cuantos litros de “grogo” (destilado local) en el cuerpo, hasta el punto que articular palabra le pilla justo. No pasa nada, hay que operar y se operará.
De nuevo, superando los incidentes que se presentan, y con la ayuda de las mejores colaboradoras todo sale rodado y con un poco de rehabilitación podrá mover los dedos sin mucho problema.


Ahora sí empacamos esperando no tener que volver a desmontar, y definitivamente nos damos un buen homenaje. Hasta arriba de atún fresco y vinho verde. Después de la suculenta cena nos tomamos unas copas y de cabeza a la noche caboverdiana, es el último día y como tal, lo damos todo. Por esta noche nos sentimos Michael Jackson, los reyes de la pista de baile, compitiendo con los morenazos bailarines locales, nadie nos chista, es cuestión de actitud. 
Vuelta a casa, un buen montón de experiencias al saco y sobretodo unos excelentes amigos con los que repetir trabajo y bailes hasta el amanecer.



Más sobre la asociaciónhttp://africaavanza.org
Más sobre la misión aquí.

PAISAJES de CABO VERDE












   

3 comentarios:

  1. Enhorabuena Clara. Me hubiera encantado participar en este desplazamiento solidario a la Isla de Sal.
    Blanca.

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  2. Ay Clara!!! Me has hecho vivir un poquito de tu experiencia, gracias por compartirla!!!!

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  3. Ay Clara!!! Me has hecho vivir un poquito de tu experiencia, gracias por compartirla!!!!

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