Después de tres semanas en casa ya me vuelvo
loca de ganas por viajar. Misma secuencia, aeropuerto y larguísimas horas de
espera, esta ocasión la escala es la ciudad de Orán, diez horas. El destino es
el mismo, hospital de Bol.la, Sáhara Occidental. Quién dijo que las segundas
partes nunca fueron buenas se equivocaba, las segundas partes no son ni buenas
ni malas, son básicamente diferentes.
En esta ocasión el proyecto depende de la
asociación “Solidaris amb el Poble Saharaui de Sabadell”. Desde hace unos años,
se forma una comisión médica de cirugía general con personal del Parc Taulí y del Hospital General de Catalunya, que trabaja conjuntamente con una ONG de
Granada. Este viaje, la comitiva catalana la formamos tres personas: Joan
Bonfill, el cirujano; Montse, enfermera y mujer de Joan, y yo.
En el aeropuerto nos está esperando Jatra, el
director de las comisiones médicas extranjeras, que tras alguna negociación para
que no nos den mucho por saco con las maletas, nos lleva directos a Bol.la.
La luna del desierto
Llegamos a casa de Rossana de madrugada, pero
ella está despierta esperándonos. ¡Qué alegría volver a verla! Nos saludamos
precipitadamente, un fuerte abrazo de reencuentro y nos vamos rápido a dormir.
Montse y yo a una de las habitaciones de chicas, hay otras dos personas
durmiendo, una parece una niña ¿quienes serán? No deja de tener su punto
emocionante, es como cuando eras pequeño y te ibas de colonias, compartir
ronquidos, soplidos y empijamarte con gente que nunca antes habías visto.
Ya por la mañana se producen las presentaciones
oficiales, los granadinos están un poco cansados, ellos ya llevan trabajando
una semana, además la comisión ha sido azotada por una gastroenteritis y pocos se
han salvado. Llegaron hace siete días durante los cuales han pasado visita por
todas las wilayas y han ido seleccionando pacientes para confeccionar el programa
quirúrgico que llevaremos a cabo durante las próximas dos semanas. Curiosamente
no hay tantos pacientes como otros años. No está claro si eso es una buena o
una mala noticia, ¿quiere decir que el nivel de salud de la población ha
aumentado y se controla más la patología?, ¿o que la difusión no ha sido la
suficiente?
Es cierto que tampoco ha habido mucha suerte
con la meteorología, tormentas de arena, mucho frío y varios días de intensa
lluvia han complicado las visitas.
La gente del desierto está acostumbrada a la
aridez, la lluvia les trastoca, no es algo con lo que se encuentren
habitualmente.
Tras conocer al grupo de Granada por fin
podemos identificar a nuestras compañeras de cuarto, una es Chiara, cocinera
italiana de pelo corto, despeinado y mucho desparpajo. Ayuda a Rossana en la
casa durante todo el mes. La otra no es una niña pero casi, se llama Warda,
tiene 17 años y es saharaui. Va envuelta
en melfas de mil colores, arrastrando por la casa sus muletas, gritona y de
risa fácil. Warda nació con un problema en las piernas y fue operada en Italia,
ahora pasa un tiempo en casa de Rossana.
Warda y yo
Desayunamos tranquilamente y directos a
quirófano. Además de visitar pacientes la comisión de Granada se ha ocupado de
montar y organizar los quirófanos, así que nosotros llegamos a mesa puesta,
todo un lujo.
Inauguramos el proyecto con dos
colecistectomías que nos ocupan toda la mañana, los pacientes que debían
intervenirse por la tarde no han venido, así que aprovechamos para descansar y
dar un paseo por los alrededores.
Los saharauis no están acostumbrados a dormir sobre una cama
Durante toda la primera semana se repite la
misma secuencia, colecistectomías, hernias y algunas cositas menores. Y casi
cada día falla algún paciente. No lo terminamos de entender.
Uno de los primeros días vamos a Bujador, es
el único campamento donde no se había pasado consulta, así que nos instalamos y
visitamos. De ahí sale algún paciente más para completar nuestro programa
quirúrgico. Cuando terminamos aprovechamos para dar una vuelta, visitamos la
escuela y la guardería. Los niños se vuelven locos con nosotros, extranjeros
raros, que además tienen caramelos.
Pacientes esperando para ser vistadas
Consultas en Bujador. Joan y el traductor valorando una paciente
Campamento Bujador
La escuela y el patio
Por suerte, en este segundo viaje al Sahara,
las condiciones de seguridad han mejorado y tenemos muchísima más libertad para
poder pasear, visitar las wilayas, hacer algunas compras, e incluso hacer
pequeñas excursiones para buscar rosas del
desierto. Aún así, es muy curioso que cuando llevas caminando unos cien o
doscientos metros, de la nada te aparece un 4x4 cargado de tíos con
kalashnikovs para vigilarte, incluso uno de los días vinieron montados en un
tanque. No deja de ser pintoresco.
Nuestros vigilantes
Aprovechando esta pequeña manga ancha de
libertad, y que los saharauis son hospitalarios y en ocasiones agasajadores, tenemos
la ocasión de ir a casa de alguno de los trabajadores del hospital como
invitados.
Es muy curioso conocer cómo viven realmente
ellos, son extremadamente familiares y les encanta reunirse todos alrededor de
un té. Les gusta ofrecernos locales y copiosas comidas, que compartimos con los
hombres de la casa. Las mujeres comen aparte, solo se mezclan con nosotros para
agradecernos la visita.
Pese a que comparado con otros países árabes,
la situación de la mujer en la RASD es más libre, aún podemos ver esas
grandísimas diferencias a las que nosotros, occidentales, no estamos
acostumbrados.
El pueblo saharaui fue nómada hasta bien
entrado el siglo XX, mientras el hombre marchaba a buscar pastos con los
animales, la mujer quedaba a cargo de todo el campamento. La jefa de cada
asentamiento era una mujer, y quedaba encargada de que a ninguna familia le
faltara nada. Esta tradición se mantuvo durante el periodo de guerra, ya que
los hombres iban a luchar mientras ellas regían los campamentos. Además, desde
el gobierno del Polisario, se promovió una política de aumento de la natalidad,
si había alguna manera de volver a su tierra, era ocupándola, y ahí la mujer
era la gran protagonista. Cuantos más, mejor. Había que parir, y mucho. Esta
tendencia perdura aun, y la mujer que no puede o no quiere concebir no es bien
vista por la sociedad.
Actualmente ocupan algún cargo de poder y
todas tienen acceso a estudios.
A mí personalmente, como mujer occidental, no
deja de sorprenderme el hecho de no poder compartir la comida con la mujer de
la casa porque por ella debe hacerlo en otra sala.
Trabajo en el hospital
El equipo médico
Seguimos con nuestro trabajo en el hospital.
Intervenimos a todos los pacientes que podemos, algún espontáneo y alguna
consulta médica en la casa. Paseos al atardecer, increíbles puestas de sol. Y
así, poco a poco, llegamos al día de la vuelta a casa.
Este viaje ha sido diferente, más tiempo para
pensar y reflexionar, más paisajes, fotos de revista, nuevas amistades y nuevas
experiencias. Para mí, lo mejor, la gente. Volver a tratar con Rossana, las largas
partidas de cartas, las trampas de Warda, y sobretodo, Joan y Montse. Hemos
sido un trío de película.
Noches de Rummikub
Joan y Montse
PAISAJES del DESIERTO
Hola Clara, Somos Juan y Montse . Nos ha hecho mucha ilusión leer tu blog y revivir el tiempo que estuvimos juntos.
ResponderEliminarJo es la cuarta vez que bajo a los Campamentos y en todos he aprendido muchas cosas i tengo grandes recuerdos.
Si tuviera que resumir el viaje de este año seria por un lado el de haberlo compartido con Montse ja que era el primer año que bajaba y por otro el que bajaras con nosotros, ja que has aportado juventud, alegría y buen hacer profesional a la Comisión
Gracias por abrirnos los ojos a la luz del mundo.
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